El prodigioso crucificado de Montes de Oca y de gran importancia históricamente para la ciudad de Écija esperaba -sin andas- justo en frente del altar mayor para su anual Vía Crucis. Desde primera hora el día se vio deslucido por fuertes lluvias, y pese a que el tiempo dio una tregua, acertadamente la rectoría de San Francisco decidió realizar dicho acto por el interior del templo, no arriesgando así la imagen del Señor, que además está recientemente restaurada. Gran solemnidad y buen gusto ver ese crucificado avanzar entre las grandes dimensiones de la Iglesia de San Francisco, mientras que con el órgano se interpretaba delicadas piezas, que se veía alternado por un redoble de tambor por dos componentes de la banda de Azotes y Columna de la Hermandad de Confalón. Después de leer todas las estaciones, frente a la Virgen de la Milagrosa, de gran devoción en el convento, y sin quitar ojo a Nuestra Señora de Mayor Dolor y Traspaso finalizaba el acto cantando la salve. Este año se pudo notar un descenso de publico respecto a otros años, quizás por la mala meteorología. La imagen del Señor estreno unas nuevas cantoneras de la cruz en plata.
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